Con la mente centrada en llegar a la meta y disfrutar el proceso. Así enfrentará Catalina Edwards la maratón de Viña del Mar, certamen para el que ha entrenado durante meses y que cada día le hace recordar lo importante que fue y ha sido el deporte en su vida.
“Yo fui atleta en mi época escolar. Corría velocidad corta, posta, salto largo; y siempre tuve buenos resultados”, recuerda. Y si bien en esa época no era la mejor en fondo, hoy se da cuenta que “para ser maratonista no solo hay que entrenar el cuerpo, sino también la cabeza, la mente”.
– De haber tenido claro que se trata de mente y cuerpo, ¿habrías optado por el deporte en vez del periodismo?
– Si yo hubiese tenido la visión de proyectarme a vivir del deporte, me habría encantado. Se que habría sido súper buena atleta porque me iba muy bien. Me habría gustado vivir del deporte, porque es algo que me apasiona. Es algo que marca mi filosofía de vida, mis rutinas y es fundamental en mi vida.
– ¿Cómo influye la tecnología en tu entrenamiento?
– Mi Garmin ha sido fundamental, porque todo buen entrenamiento debe ser monitoreado, ya que uno puede conocer cuando “apretar las clavijas”, si se está bien según capacidad física, la carga y entrenamiento; además es gratificante cuando se conocen las mejoras. Es un súper buen dispositivo, porque además me monitora el sueño, permite entender que cuando no hay descanso reparador se afecta el entrenamiento. Hoy es fundamental medirse para poder mejorar.
– Me dijiste que eres una persona que piensa mucho y constantemente. Ante esto… ¿qué ideas pasan por tu mente mientras corres?
– Mientras corro trato de pensar lo menos posible, porque el ruido mental juega en contra. Este ruido viene del sistema límbico y trato de callarlo, esa alerta de riesgo trato de calmarla y poner sobre los pensamientos mis propósitos de por qué me preparé y así no olvidar que estoy corriendo para pasarlo bien. Las ideas positivas que me hacen visualizar la meta y me hacen llegar lo más contenta posible al final del proceso.
La periodista recomienda disfrutar de cada metro de la maratón, hidratarse durante el proceso y una vez cruzada la meta, “entrar al mar, comer rico y hacer del día una fiesta de cierre del proceso para el cual tanto se trabajó”.
