Pensando en las personas mayores que sufren de disfagia y no pueden masticar carne, una papa cocida o comer sopaipillas con pebre, terapeutas de Fundación Las Rosas arman una “papilla dieciochera”, en base alimentos triturados en consistencia de pasta, que se les da forma para acercarse lo más posible al alimento en su forma sólida. “La idea es no privarlos de los aromas y sabores del 18”, explica Valeria Menay, encargada de la iniciativa.
Un dieciocho “como Dios manda” vivirán todos los residentes de Fundación Las Rosas; incluso aquellos que debido a una afección denominada ‘disfagia’ no pueden tragar alimentos sólidos, lo que les impide disfrutar con todos los aromas y sabores de Fiestas Patrias.
“Ellos deben comer todos los días papillas, alimentos muy molidos y procesados en máquina para otorgar seguridad y confortabilidad en el proceso de alimentación. Por supuesto, esto puede desmotivarlos a la hora de alimentarse, y conducir eventualmente a otros problemas de salud”, explica Valeria Menay, Referente Técnico y Fonoaudióloga de Fundación Las Rosas.
De esta forma, un equipo compuesto por Fonoaudióloga, Terapeuta Ocupacional, junto a las manipuladoras de alimentos crearon una “papilla dieciochera”, que en este caso simula un plato típico de septiembre, con carne, tomate, longaniza y una papa cocida, pero con toda la seguridad y confortabilidad que ellos requieren por su afección.
“No los queremos dejar fuera de estas fiestas. Ellos son muy felices sintiendo estos sabores de chilenidad y queremos estimularlos a comer con gusto. Buscamos menos alimentos prohibidos y más alimentos adaptados”, añade Valeria. Ella explica que los alimentos como la carne o la longaniza se muelen lo más posible para que no dañen ni provoquen episodios de ahogo, luego se agrega algún espesante natural como chuño o maicena para finalmente moldearlos con una manga repostera o con moldes que les den la forma del alimento real. Con esta técnica se pueden hacer papillas adaptadas con distintos alimentos, recreando pollos, papas y huevos fritos, entre otros.
“Es algo simple, que se puede hacer a nivel domiciliario en los casos más leves, siempre con consulta previa al médico tratante y posterior evaluación fonoaudiológica”. Valeria Menay explica que la disfagia, en distintos grados, afecta a casi un 70% de los residentes de Fundación Las Rosas, pero que los casos severos, que requieren papillas ultra procesadas todos los días, corresponden a un 5% de los residentes.
“Estas papillas favorecen la ingesta y proporcionan una mejora en la calidad de vida de las personas con disfagia. Lo que hemos podido ver es que ellos se sienten contentos, comen con ganas, muchas veces no notan que el alimento es adaptado, entonces lo disfrutan bastante”.