El slime famoso por sus infinitas texturas y combinaciones de colores que revolucionan el internet
es fabricado por niños y niñas en casa con productos de uso diario como pegamento, detergente,
pasta de dientes, témpera y escarcha, entre otros. El material de textura pegajosa y flexible
también se encuentra a la venta en las grandes tiendas como en el mercado irregular, donde los
envases no tienen rótulo y las sustancias utilizadas pueden ser tóxicas.
Waldo Quiroz, académico del Instituto de Química de la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso, explicó que los componentes no regulados utilizados para fabricar slime pueden
contener metales pesados o solventes de alta toxicidad.
“Dentro de las sustancias químicas tóxicas que podrían existir están los metales pesados que se
encuentran en algunas pinturas o solventes tóxicos como el benceno, xileno y el tolueno que están
prohibido en muchos países e incluso son calificados como cancerígenos, por ende, un slime no
original o “pirata” es un peligro para los niños”, indicó el profesor y químico industrial.
En contacto con la piel, al manipularlo con las manos para estirarlo y jugar libremente con la masa,
los menores podrían exponerse a sustancias dañinas que generan reacciones como dermatitis
alérgica y enfermedades a largo plazo.
“Manipular un juguete en cuya fabricación no fueron consideradas normas de seguridad y que no
haya sido evaluada su toxicidad o peligros físicos podría llevar a que un niño se intoxique con
sustancias químicas nocivas, algunas de ellas cancerígenas”, expresó el académico.
Otro elemento del slime que puede ser altamente peligroso son las decoraciones de piezas
pequeñas de distinta materialidad que se agregan al juego ya que pueden ser ingeridas por los
niños.
“Hay que entender que también existe un riesgo aunque el producto cumpla con una composición
química de baja toxicidad,las piezas decorativas pueden ser muy afiladas provocando cortes o muy
pequeñas como para que se las puedan tragar accidentalmente ocasionando heridas o asfixia”,
afirmó el químico.
El llamado es a poner atención a los etiquetados y que estos aseguren la certificación del material.
“En Chile existen instituciones que se encargan de hacer los ensayos tanto de la química como de
la física de los juguetes de acuerdo a las normas legales. En ese sentido es necesario que los
compradores se fijen si estos juguetes vienen certificados por entidades o laboratorios asociados”,
indicó Quiroz.