El distinguido profesor especializado en educación cívica y democracia de Providence College, visitó la Casa de Bello durante la 6ª Semana de la Docencia 2024. A través de talleres y conferencias, compartió estrategias innovadoras para fomentar el diálogo deliberativo y la participación cívica en la educación superior, inspirando a académicos y estudiantes a fortalecer los principios democráticos en su entorno académico y social. «La educación superior tiene un rol único al educar a la próxima generación para que se involucren y reimaginen la democracia», dice.
El profesor Nicholas V. Longo, destacado académico estadounidense especializado en educación cívica y democracia, visitó la Universidad de Chile como parte de la 6ª Semana de la Docencia 2024. Su participación incluyó talleres y conferencias orientadas a fortalecer la formación democrática y los derechos humanos en el ámbito de la educación superior.
Durante su estancia, el profesor Longo impartió el taller “Enseñar democráticamente: educando a la próxima generación para ser profesionales cívicos” y la conferencia “Espacios de ensayo para la democracia: por qué las universidades necesitan enseñar un diálogo genuino”. Estas actividades se desarrollaron en Casa Central, atrayendo a académicos, estudiantes y profesionales interesados en renovar las prácticas pedagógicas hacia una mayor participación democrática.
Longo, miembro de la junta directiva de Unbound College y codirector del Laboratorio de Diálogo, Inclusión y Democracia (DID) de Providence College, compartió su vasta experiencia en la creación de espacios educativos que fomentan el diálogo deliberativo y la participación cívica. Su enfoque interdisciplinario y sus reconocimientos internacionales reflejan su compromiso con la reinvención de la educación superior para enfrentar los desafíos contemporáneos de la democracia.
– ¿Cuál es el papel de la educación superior en la promoción de la democracia y los derechos humanos en el contexto global actual?
Creo que nuestra investigación, así como otras alrededor del mundo, muestra que la democracia está en crisis. Esto se debe, en parte, a la baja confianza en las instituciones, la polarización y los problemas complejos que no pueden ser resueltos únicamente con expertise técnica. Por eso, es prioritario revitalizar la democracia, y la educación superior tiene un rol único al educar a la próxima generación para que se involucren y reimaginen la democracia. Además, las universidades pueden utilizar sus recursos para participar activamente en la resolución de problemas públicos y en el fortalecimiento de la democracia.
– ¿Cuál es el rol de las universidades públicas en este objetivo?
Las universidades públicas tienen la responsabilidad única de servir al público. Su misión es educar para la democracia y, durante mi tiempo aquí en la Universidad de Chile, he visto que hay muchas cosas que el resto del mundo, incluyendo la educación superior en Estados Unidos, puede aprender de la forma en que ustedes lo están haciendo.
– ¿Cuáles son los principales aprendizajes que espera haber impartido a los participantes en su taller “Enseñar democráticamente”?
El taller fue muy significativo porque creó un espacio para que las personas aprendieran de manera colaborativa. Quería fomentar la práctica deliberativa, donde trabajamos a través de diferencias y reconocemos los aportes de todos en la sala. Además, introduje lo que llamo ‘civic prompts’, herramientas didácticas que los educadores pueden llevar a sus clases y otros entornos.
– ¿Cuáles son los métodos más efectivos para fomentar la responsabilidad cívica y el compromiso entre los estudiantes ante los desafíos actuales de la democracia?
Creo que los métodos más efectivos son aquellos que permiten a los estudiantes participar en experiencias del mundo real, donde puedan involucrarse de manera responsable en prácticas concretas. Esto puede incluir estudios de caso, colaboración con líderes de la sociedad civil, investigación de pregrado y conversaciones con personas con diferentes puntos de vista. La clave es que estas experiencias sean auténticas y conectadas con el aprendizaje real.
– Como codirector del Laboratorio de Diálogo, Inclusión y Democracia en Providence College, ¿cómo pueden las universidades crear espacios que fomenten el diálogo genuino y las prácticas democráticas en el campus?
La lección que aprendemos de nuestro trabajo en el Laboratorio es que debemos encontrar lo que funciona para involucrar a las personas en conversaciones a través de diferencias, sopesar opciones y actuar colectivamente. Esto se logra trabajando con estudiantes como líderes facilitadores, integrando el discurso civil en el currículo a través de comunidades de aprendizaje para profesores, y organizando diálogos comunitarios que conecten la universidad con el público en general.
– La Universidad de Chile está organizando la Semana de la Docencia en el contexto del 51º aniversario del golpe militar de 1973. ¿Qué lecciones se pueden extraer de eventos históricos como este al enseñar sobre democracia y derechos humanos?
Participar en conmemoraciones, como el 51 aniversario del golpe militar, me hizo reconocer la importancia de honrar a quienes se sacrificaron por la democracia. Es fundamental aprender de la historia para no repetir los mismos errores. Además, debemos considerar cómo nuestras acciones actuales impactarán a futuras generaciones, siguiendo la tradición de los Native Americans de pensar en siete generaciones hacia el futuro.
– Ha enfatizado la importancia del aprendizaje basado en la comunidad y el compromiso cívico juvenil. ¿Cómo puede aplicarse este enfoque en entornos universitarios para abordar problemas sociales urgentes, como la desigualdad y la justicia social?
El aprendizaje basado en la comunidad, como mencioné anteriormente, se centra en que los estudiantes aprendan mejor a través de la experiencia. Por eso, las universidades deben fomentar que los estudiantes salgan del campus y se involucren en la comunidad, trabajando con organizaciones de la sociedad civil. Estas experiencias deben estar conectadas con los temas que estudian, como derecho, políticas públicas o escritura, para que el aprendizaje sea significativo y contribuya al avance de la comunidad local.
– En su experiencia trabajando con estudiantes, ¿cómo los inspira a convertirse en participantes activos de la democracia más allá del aula?
Diría que es más bien al revés; mis estudiantes me inspiran a mí. Sin embargo, lo que intento hacer es crear y mantener espacios donde todos puedan contribuir con sus talentos y experiencias. La inspiración proviene de todos en ese círculo de aprendizaje, fomentando un ambiente donde cada uno se sienta valorado y motivado a participar activamente en la democracia.
– ¿Qué rol cree que pueden jugar las universidades en América Latina, particularmente en Chile, en la formación futura del compromiso democrático y la educación en derechos humanos?
Las universidades en América Latina, especialmente las públicas como la Universidad de Chile, tienen una responsabilidad fundamental en la formación de ciudadanos comprometidos con la democracia y los derechos humanos. Pueden liderar el cambio educando a la próxima generación y utilizando sus recursos para abordar problemas públicos, además de servir como modelos de gobernanza democrática.
– ¿Podría compartir algunos ejemplos de su libro “Creating Space for Democracy” que destaquen estrategias exitosas para fomentar el diálogo deliberativo en la educación superior?
En ese libro exploro cómo las universidades pueden integrar el diálogo deliberativo en diferentes entornos educativos. Por ejemplo, en las aulas se pueden implementar métodos que promuevan la discusión abierta y el respeto por diferentes opiniones. En actividades extracurriculares, como residencias estudiantiles o agrupaciones estudiantiles, se pueden organizar espacios donde se practique el discurso civil. Además, es esencial que los estudiantes faciliten conversaciones con la comunidad local, fortaleciendo así la conexión entre la universidad y la sociedad.
– Finalmente, a medida que el panorama global continúa evolucionando, ¿qué consejo ofrecería a los educadores que buscan integrar valores democráticos y derechos humanos en sus prácticas docentes?
Mi principal consejo es escuchar. Crear espacios donde las personas aprendan a escucharse mutuamente es esencial. Debemos valorar la dignidad humana de los demás, incluso cuando no estamos de acuerdo, y esforzarnos por entender de dónde vienen. Esto fortalece la convivencia y la práctica democrática tanto en el aula como en la sociedad.