En marzo los termómetros globales marcaron un nuevo récord: fue un 0,73°C más caluroso que el mismo mes de 2023 y 1,68° más cálido que la media de los registros preindustriales, según reveló el servicio de vigilancia climática de la Unión Europea, Copernicus. Con esto, se cumplieron 10 meses de temperaturas récord a nivel mundial, marcando un nuevo hito en la historia de la crisis climática.
En el caso de Chile, recientes estudios sobre este fenómeno señalan que la zona central podría ser una de las más afectadas en el mundo hacia fines de este siglo. Se espera un aumento de la temperatura de hasta 5°C, especialmente en la cordillera de los Andes y, además, el 90% de los modelos predicen una disminución de las precipitaciones en la zona central de Chile, que podría ser de hasta un 40%. Asimismo, las proyecciones indican una reducción en las precipitaciones de aguanieve en los Andes de Chile central, lo que podría provocar más inundaciones, menos almacenamiento de agua en forma de nieve y una disminución de la masa de los glaciares. Estos cambios combinados afectarían seriamente la disponibilidad de agua para ciudades, industrias y ecosistemas.
Respecto a este escenario, la geógrafa y vocera de Greenpeace, Silvana Espinosa, explica: “Es cada vez más habitual escuchar que el ‘cambio climático provocó tal catástrofe’, pero lo cierto es que esta crisis la estamos provocando nosotros con la quema de combustibles fósiles, con la deforestación, con la sobre industrialización de los territorios y la sobreexplotación de nuestra naturaleza, como por ejemplo las reservas de agua. Pareciera que las industrias utilizan el concepto de ‘cambio climático’ como una excusa a sus propias responsabilidades”.
Y agrega: “Estamos pidiéndole al suelo, al mar, a los ríos, a los humedales, a los bosques y a los glaciares más de lo que pueden darnos en 365 días. Los estamos sobreexigiendo, presionando y quedando en deuda. Nuestros niveles de consumo de los recursos que nos entrega la Tierra son muy superiores a la capacidad que tiene nuestra naturaleza en Chile de poder regenerarse, por eso el cambio de modelo es urgente para salir de ese triste récord que nos posiciona como el primer país latinocamericano en sobregiro ecológico”.
El sobregiro del agua
Un estudio del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) titulado “Seguridad hídrica en Chile, caracterización y perspectivas de futuro”, profundiza en la crisis que vivirá la zona central de Chile debido a la menor disponibilidad de agua, por la disminución de las precipitaciones y, en menor medida, debido al aumento de la evapotranspiración por temperaturas más altas.
Hacia mediados de este siglo, se espera que las cuencas de los ríos Elqui, Limarí, Petorca/La Ligua, Aconcagua y Maipo, enfrenten altos niveles de estrés hídrico que serán permanentes. En la Región Metropolitana, y en particular en la cuenca del río Maipo Alto, esto significa que habrá menos almacenamiento natural de agua en forma de nieve, lo que reduciría la disponibilidad del recurso en primavera y verano.
Frente a este escenario, Espinosa critica el impacto que ciertas industrias provocan en este recurso.“Vemos compañías mineras operando junto a los glaciares, en la Cordillera de los Andes, acelerando su destrucción debido a que sus procesos de producción son altamente contaminantes. Al mismo tiempo, presentan con gran publicidad soluciones de combate al cambio climático, sin hacerse responsables de la catástrofe que ellos mismos están generando”, sentencia la vocera de la organización ambientalista.
La relevancia de los glaciares para detener el sobregiro
En el ciclo del agua, los glaciares cumplen un rol fundamental: reservan en forma de hielo el agua que cae en forma de nieve y luego, la liberan en verano, garantizando el abastecimiento para las personas, ecosistemas y actividades productivas. El deshielo de estos cuerpos tiene un ciclo natural, sin embargo, por diferentes causas, se está acelerando.
Aunque históricamente se ha culpado sólo al calentamiento global por este fenómeno, estudios han mostrado que la actividad minera es la principal responsable de este fenómeno en un glaciar icónico ubicado en los Andes Centrales, al liberar partículas de material en suspensión que se adhieren a la superficie blanca, reduciendo su capacidad de reflectar al sol por lo que, absorbe más calor y acelera su derretimiento. De esto da cuenta el último reporte de Greenpeace, “Glaciares de la Cordillera de Los Andes: Impactos de la industria minera”.
Entre otras cosas, este informe destaca el estudio de 2022 del investigador Francisco Cereceda y otros, que comparó dos superficies glaciares: la del Olivares Alpha, a 7 kilómetros aprox. de la mina Los Bronces, y la del glaciar Bello, a 50 kilómetros de faenas mineras. El análisis del muestreo de polvo y carbono negro indican que las concentraciones observadas en el glaciar Olivares Alpha son superiores a las encontradas en Bello, determinando que, entre 2004 y 2014, el retroceso glaciar de Olivares Alpha, fue producto de la actividad minera en un 82% del total, siendo sólo el 18% restante responsabilidad del cambio climático.
“Debemos ser claros: en un contexto de crisis climática y ecológica, son este tipo de acciones las que están secando los territorios por la afección que generan en nuestras fuentes hídricas. Si queremos detener esta situación, debemos también frenar este tipo de explotaciones”, destaca la vocera.