El 7 de julio entró en vigencia la Ley de Etiquetado de Alcoholes, que exigirá a los licores rotulado de su nivel calórico, así como las advertencias “No beber al conducir”, “Riesgo para tu bebé” y “No beber menores de 18 años”. Los académicos de la Universidad de Chile Jorge Ramírez, de la Escuela de Salud Pública, y Camila Corvalán, del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, destacan la medida, especialmente la información que ahora se entrega y que antes se desconocía. En esa línea, María Angélica Larraín, Nalda Romero y Mario Rivera, académicos de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, detallan que 1 gramo de alcohol aporta 7 kilocalorías.
El pasado 7 de julio entró en vigencia la Ley de Etiquetado de Alcoholes, cuyo objetivo es informar a la población sobre los riesgos que tiene el consumo de alcohol y promover la responsabilidad en las prácticas de consumo, una normativa que rige para los licores con una graduación alcohólica igual o mayor a 5,0° que se comercializan en Chile ¿Qué incluirán de ahora en adelante? Las botellas deben obligatoriamente llevar rotulado su nivel calórico y, además, incluir las advertencias “No beber al conducir”, “Riesgo para tu bebé” y “No beber menores de 18 años”.
A todas estas advertencias, además, se suman acciones publicitarias, ya que esta nueva ley especifica que la publicidad de bebidas alcohólicas solo podrá realizarse entre las 22:00 y las 6:00 horas, prohibiéndose la publicidad en otros horarios.
¿Por qué es importante que se especifique la cantidad de calorías de un licor? La profesora María Angélica Larraín, académica del Departamento de Ciencia de los Alimentos y Tecnología Química de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, explica que, “en las bebidas alcohólicas, las calorías son aportadas principalmente por el alcohol. Este componente aporta aproximadamente 7 kcal/g. Esto significa que, a mayor graduación alcohólica, mayor será el aporte calórico. Si además el trago tiene azúcar y grasa (ej. crema, crema de coco, etc.), las calorías aportadas por estos componentes, se suman y calculan igual que en los alimentos. En la cerveza además hay que sumar aporte calórico por los carbohidratos”.
Por su parte, Nalda Romero, profesora de la misma unidad, añade que “1 grado alcohólico se define como 1 mililitros de alcohol en 100 mililitros de bebida. Por ejemplo, si un vino tiene 13,5 grados alcohólicos, significa que tiene 13,5 mililitros de alcohol por 100 mililitros de vino o 135 mililitros de alcohol por 1 litro de vino. Ahora bien, 1 gramo de alcohol aporta 7 kilocalorías, y 1 mililitro de alcohol es equivalente a 0,79 gramos de alcohol medido a 20 grados celsius».
“Pero hay bebidas alcohólicas que también contienen otros componentes que aportan calorías, como los azúcares. Estos aportan 4 kilocalorías por gramo. Eso también se debe considerar al calcular las calorías totales de una bebida alcohólica”, agrega la profesora Romero.
¿Se pueden medir las calorías del alcohol de la misma forma que las calorías de los alimentos? Mario Rivera Meza, académico del Departamento de Química Farmacológica y Toxicológica de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, indica que “sí, porque se considera el contenido calórico de todos los componentes presentes en la bebida alcohólica (alcohol, carbohidratos, grasas y proteínas).
La importancia de la nueva regulación de la publicidad y etiquetado
El doctor Jorge Ramírez, académico de la Escuela de Salud Pública e investigador del Centro Especializado para la Prevención del Consumo de Sustancias y el tratamiento de las Adicciones de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, explica que el principal objetivo de esta normativa es regular la publicidad respecto al alcohol, “que incluye los elementos de marketing y etiquetado, y va dirigido a la población general, pero en específico a la población más joven, que es la más vulnerable”. El propósito final, en esta línea, es enfrentar las consecuencias sociales y sanitarias del consumo de alcohol, “como factor de riesgo para múltiples enfermedades y problemas de salud, además de los problemas sociales”.
Según la evidencia científica reciente, implementar medidas poblacionales efectivas y de costo razonable como estas es crucial para abordar el consumo de alcohol. Tal como destaca el académico y asesor del Ministerio de Salud en políticas nacionales sobre el impacto del alcohol, una de las recomendaciones principales de la Organización Mundial de la Salud es regular y, en algunos casos, prohibir la publicidad relacionada con el consumo de bebidas alcohólicas. Esta medida no solo busca retrasar el inicio del consumo entre los jóvenes y reducir la frecuencia en los bebedores actuales, sino también desalentar a aquellos que no consumían alcohol a iniciar su consumo. “Estas acciones tendrían un impacto significativo en las consecuencias sociales y sanitarias del consumo de alcohol, incluyendo accidentes de tránsito, violencia, intoxicaciones agudas, así como enfermedades crónicas como la cirrosis hepática, problemas cardiacos y el aumento del riesgo de cáncer”, señala el Dr. Ramírez.
En este sentido, la ley prohíbe toda forma de publicidad, ya sea directa o indirecta, en eventos deportivos, incluyendo la comunicación, recomendación o propaganda de estas bebidas, marcas y productos. “También se extiende la prohibición a los artículos deportivos como camisetas y uniformes, así como objetos promocionales relacionados con actividades deportivas. Además, queda establecido que cualquier actividad dirigida exclusivamente a menores de edad no puede asociarse con marcas, ni incluir publicidad de ningún tipo”, detalla el académico de la Escuela de Salud Pública.
Ley de Etiquetado como políticas públicas
Al ser una política pública, también cabe preguntarse sobre el impacto que se busca lograr con este etiquetado basado -en un principio- en la “Ley de Etiquetado” que rige en Chile desde 2016 “Altos en”. Para Jorge Ramírez, la evidencia sugiere que, dentro de un marco de medidas complementarias, los etiquetados de alcohol podrían tener efectos beneficiosos para la población, similar a lo observado con el consumo de tabaco y, más recientemente, con la ley de etiquetado de alimentos. “Sin embargo, estas medidas por sí solas no son suficientemente efectivas y deben ser parte de estrategias integrales que incluyan otras acciones”, sostiene.
Es posible que las etiquetas, especialmente en el contexto de la publicidad de alcohol, puedan modificar el comportamiento de los consumidores, especialmente entre los jóvenes y en grupos con algún grado de dependencia del alcohol, que son más susceptibles a las influencias publicitarias. “La evidencia indica que este enfoque podría tener efectos positivos a largo plazo al influir principalmente en las generaciones más jóvenes, lo que podría generar cambios significativos a lo largo de sus vidas”, indica el académico de la Escuela de Salud Pública.
En esta línea, la doctora Camila Corvalán, directora del Centro de Investigación en Ambientes Alimentarios y Prevención de Enfermedades Crónicas Asociadas a la Nutrición (CIAPEC) del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), añade que “la Ley de Etiquetado de Alimentos ha mostrado que los consumidores valoran que organismos gubernamentales les entreguen información sobre la calidad de los productos y bebestibles que consumen. Nuestros estudios han mostrado, además, que los consumidores usan esta información cuando compran o consumen alimentos, especialmente si son nuevos o si la etiqueta les entrega información que desconocían. En este sentido, la Ley de Etiquetado de Alcoholes es una medida que va en el sentido correcto. Sin embargo, preocupa que la etiqueta no se coloque en la cara frontal del envase, con lo que se reduce su visibilidad, y también que alerte sobre riesgos sanitarios conocidos ya por la población, por lo que resultará importante evaluar su efecto y necesidad de mejoras”.