La tiroides, una glándula endocrina con forma de mariposa situada en el centro del cuello, tiene la vital función de almacenar y liberar hormonas que se distribuyen por el torrente sanguíneo. Estas hormonas son esenciales para regular el metabolismo y asegurar el correcto funcionamiento de diversos órganos, incluyendo el corazón. En su último informe Thyroid Patients Worldwide -la red global de organizaciones de trastornos tiroideos- revela que 1.600 millones de personas corren riesgo de sufrir trastornos de la tiroides a nivel mundial.
Los trastornos de la tiroides, especialmente el hipotiroidismo, son frecuentes en la población general, y adquieren una relevancia particular durante el embarazo. En este período, los cambios hormonales pueden afectar la función tiroidea, generando consecuencias significativas para la salud materna e infantil.
“El hipotiroidismo durante el embarazo es más prevalente de lo que se suele creer, afectando a aproximadamente entre el 2% y 3% de las mujeres en esta etapa. En general, la causa más común de hipotiroidismo es el trastorno autoinmune conocido como tiroiditis de Hashimoto”, comenta Cinthia Chareca, Medical Manager de Merck Group.
Existen mujeres que tienen mayor riesgo que otras de tener hipotiroidismo durante el embarazo. Entre ellas, destacan quienes tienen historia de alteraciones o cirugía tiroideas previa al embarazo; mujeres mayores de 30 años; presencia de síntomas sugestivos de hipotiroidismo o bocio durante el examen físico; antecedentes de anticuerpos antitiroideos (AcTPO); diabetes mellitus tipo 1 u otras enfermedades autoinmunes, historial de aborto o parto prematuro; exposición previa a radiación en cabeza y cuello; antecedentes familiares de hipotiroidismo o hipertiroidismo; obesidad mórbida, entre otros.
Actualmente, la principal preocupación de los especialistas es que los síntomas de las patologías asociadas a la tiroides pueden confundirse fácilmente. Es por ello que la especialista advierte que “el mayor problema es que los síntomas del hipotiroidismo son muchas veces parecidos a los de un embarazo común, es decir, aumento de peso, fatiga, pérdida de cabello, estreñimiento, piel seca y retención de líquidos. Sin embargo, existen indicios característicos como sensibilidad al frío y ritmo cardíaco más lento, por lo que es crucial detectar y tratar esta patología de manera oportuna”.
Tiroides: clave para el desarrollo del sistema nervioso del bebé
En el primer trimestre del embarazo, las hormonas tiroideas son esenciales para el desarrollo adecuado del cerebro y el sistema nervioso del bebé, ya que se basa en el suministro de hormonas tiroideas provenientes de la madre a través de la placenta. Es alrededor de la semana 12 de gestación cuando la tiroides del bebé comienza a funcionar de manera autónoma, aunque su producción no alcanza niveles suficientes hasta aproximadamente las 18 a 20 semanas de embarazo.
“En el caso de las mujeres que ya están bajo tratamiento por hipotiroidismo y quedan embarazadas, es fundamental continuar con su medicación (levotiroxina) y realizar un seguimiento médico regular para ajustar la dosis, según sea necesario. De esta manera se puede ayudar a prevenir complicaciones y mantener un embarazo tanto para la madre como para el bebé”, concluye Chareca.
Por otra parte, las mujeres con hipotiroidismo no tratado durante el embarazo corren el riesgo de experimentar complicaciones graves. De hecho, la Asociación Americana de Tiroides señala entre sus consecuencias el aborto espontáneo, anemia materna, preeclampsia y problemas de desarrollo fetal, entre otros.