Tal como señalé en los medios, el año pasado acepté una invitación de Pablo Zalaquett para exponer mi postura respecto a la reforma previsional del Gobierno.
En dicho encuentro, de carácter informativo, manifesté la misma posición que una y otra vez he defendido públicamente: es necesario terminar con las AFPs y es necesario que exista un seguro social que aumente la pensión de los actuales jubilados.
Lo hice motivado únicamente por mi firme convicción de que el diálogo es más necesario que nunca en momentos donde la fricción pareciera ser el norte y la única forma de actuar de algunos sectores políticos, pero entiendo las aprehensiones que existen y que puede haber sido un error político.
Si bien participaron representantes de estas asociaciones, en ningún momento me manifestaron sus intereses particulares ni buscaron influir en mi rol de parlamentario. Y quiero recalcar que no mantuve ni he mantenido contacto con ellos. Además, es fácilmente constatable que mi postura por acabar con la industria de las AFPs no ha cambiado, ni antes ni después de este encuentro.
Hay quienes van a utilizar esto como argumento para seguir obstaculizando una reforma de pensiones, pero esto no debería sorprender a nadie. Así ha sido la tónica durante los últimos 13 meses. Son precisamente estos sectores los que se negaron a votar la semana pasada el fin de las AFPs tal y como las conocemos, lo que aprobamos a pesar de su resistencia.