Un grupo de investigadores liderados por el doctor en Antropología Física Bernardo Arriaza del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá descubrieron las posibles fuentes de manganeso utilizadas por los Chinchorro para preparar a sus difuntos para la otra vida.
De acuerdo con el estudio, estas evidencias se encuentran en los valles bajos de Arica y en la desembocadura del río Lluta, yacimientos mineralógicos cercanos a la costa donde vivían los antiguos Chinchorro.
Los resultados fueron publicados en la prestigiosa revista Journal of Archaeological Science: Reports (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352409X23003322) y en este trabajo los científicos dan luces sobre la ubicación y calidad de las principales fuentes de manganeso que empleaban en esta cultura.
Arriaza explicó que “prospectamos la costa y valle de Lluta buscando fuentes de manganeso, además realizamos análisis especializados mediante SEM/EDX (Microscopia electrónica de barrido con detector de rayos X) y XRD (difracción de rayos X) para determinar la concentración del mineral”.
Y agregó que “este estudio demuestra que el entorno cercano proveía de las materias primas para preparar a los difuntos. Los Chinchorro no requerían viajar cientos de kilómetros para la recolección de manganeso como planteaba una hipótesis previa”.
Esta investigación contribuye a resolver las grandes interrogantes de los científicos ¿De dónde los Chinchorro extraían el pigmento de manganeso para ornamentar a sus seres queridos fallecidos? ¿Era el manganeso un bien exótico de difícil adquisición o más bien un mineral recurrente?
Los investigadores señalan que las fuentes primarias del manganeso están efectivamente en la precordillera, pero que la naturaleza transporta el manganeso hacia los valles bajos. Y según Arriaza señala “producto de las bajadas de los ríos como consecuencia de las lluvias altiplánicas junto al arrastre y mezcla de piedras (grava), los grandes bloques de manganeso originarios de la precordillera terminan depositados en los valles bajos y costa como un material granulado o muy molido y de fácil recolección”.
Es decir, en la costa y valles bajos los Chinchorro podían observar fácilmente los estratos negros con finos sedimentos de manganeso de muy fácil recolección y no requerían de complejas herramientas como grandes martillos de piedra para su extracción, según reportan los autores.
“Este pigmento negro de manganeso fue central en la cosmovisión Chinchorro, destacan los autores, ya que estas antiguas poblaciones del Desierto de Atacama emplearon el manganeso de muy alta calidad por varios milenios”, acotó el doctor Arriaza.
Siân Halcrow de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda, quien también fue parte de este estudio, señaló que “este importante estudio ayuda a entender la relación de estas tempranas poblaciones con el medio ambiente y la utilización de recursos disponibles”.
Además de los investigadores de la Universidad de Tarapacá, también participaron geólogos de la Universidad de Chile y de Estados Unidos. Esta investigación fue financiada por la ANID, a través del proyecto FONDECYT N° 1210036 “El color de la muerte: El uso ancestral del Mn y el posible envenenamiento crónico de las poblaciones Chinchorro en el desierto de Atacama, Chile”.
Arriaza destacó que “fue un interesante trabajo interdisciplinario que permite comprender de mejor forma la larga duración de Chinchorro y sus aspectos económicos e ideológicos”.
Por su parte, el director del Departamento de Geología de la Universidad de Chile, doctor Martín Reich, quien participó junto a un grupo de sus estudiantes en este trabajo, afirmó que “el estudio es relevante ya que permite definir posibles fuentes de manganeso natural en la zona, principalmente en sector cercanos de la cuenca del rio Lluta. Esto aporta nuevos antecedentes respecto de los recursos de manganeso utilizado por los Chichorro, y los sectores de donde posiblemente extraían el material. Sin duda, son resultados que apoyan al conocimiento de los patrones de desplazamiento para la obtención de recursos minerales en dicha cultura”.
El rol de Reich y su equipo fue muestrear sedimentos con nivel de manganeso tanto de la cuenca del rio Lluta como de playas cercanas a la desembocadura y más al sur. “Estas muestras se analizaron con distintas técnicas como difracción de rayos X, geoquímica de elementos mayores y trazas, y también se observaron al microscopio electrónico de barrido”, explicó el académico. Y detalló que “el objetivo fue caracterizar los distintos minerales de manganeso y su ocurrencia natural, para luego compararlos con el material rico manganeso usado por los Chinchorro en las momias, con el propósito de establecer proveniencia”.
Envenenamiento crónico
Otra línea de investigación de este mismo proyecto Fondecyt, apunta a determinar si el uso de manganeso en las prácticas de momificación pudo generar el envenenamiento crónico de las poblaciones Chinchorro.
Arriaza explicó que se han recopilado muestras de fragmentos de hueso de las momias Chinchorro y que mediante equipos especializados se analiza la presencia de este mineral potencialmente neurotóxico que fue usado por las antiguas poblaciones Chinchorro que lo explotaron ampliamente, refinándolo y utilizándolo como colorante negro para ornamentar los cuerpos de los difuntos durante el proceso de momificación.
Según los investigadores, la continua explotación del manganeso causó un impacto importante en la salud de la población Chinchorro por la sobreexposición continua a este mineral, ya fuese por inhalación de partículas del polvo o por contacto a través de la piel durante su manipulación.
Para contrastar esta hipótesis, investigadores de la Universidad de Tarapacá estudian colecciones arqueológicas y bioarqueológicas del Museo Arqueológico San Miguel de Azapa. Además, como parte de la metodología estudian varias matrices analíticas para cuantificar el nivel de este mineral bioacumulado en los tejidos de las momias, así como la pureza y toxicidad del manganeso empleado en la momificación.
Los vestigios de esta cultura, que data de hace más de 7.000 años es estudiada y resguardada por la Universidad de Tarapacá, institución que tuvo un rol relevante en que los asentamientos y Momificación Artificial de la cultura Chinchorro fuera declarado Patrimonio Mundial ante UNESCO en 2021.