Sabía usted que cuando una abeja llega a su hogar y para en un rincón de su casa, su intención no es ‘picarlo’, como comúnmente pensamos, “sino que hacer una pausa en su tarea de recolección de néctar y polen”, explica la académica del Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales (ICA3) de la Universidad de O’Higgins (UOH), Dra. Andrea Müller.
“Lo primero es no matarlas. Normalmente las abejas que vemos en el suelo están muy cansadas, están buscando agua, alimento y refugio. Lo que uno puede hacer es administrarle un poquito de agua con azúcar, y también darles refugio en pequeñas cajitas o botellas (cortadas a la mitad) a las que podemos poner palitos, para que puedan retomar fuerzas y descansar al resguardo de otros animales que están en el jardín, como perros y gatos. Luego, cuando ella se recupere, lo más probable es que se vaya”, explica la investigadora.
Al celebrarse el Día Mundial de las Abejas, Andrea Müller explica la importancia de estas productoras de miel y polinizadoras, así como la situación que hoy enfrentan por los problemas medio ambientales que ha traído el cambio climático. “Las abejas son uno de los insectos esenciales para la alimentación; más del 75% de los alimentos que se consumen son gracias a la acción de ellas. Son fundamentales para la polinización; gracias a ellas hay intercambio de polen de flor en flor y se produce la semilla que va a generar el fruto de las hortalizas, las verduras, las frutas y las mismas semillas”, asegura.
Acota que si bien las abejas no son las únicas polinizadoras (también desempeñan esta función mariposas, abejorros, polillas, picaflores y murciélagos), son “las principales y en esta tarea aportan no solo las abejas melíferas, que son las que conocemos como productoras de miel, sino que también las abejas nativas, las que son súper importantes para la mantención de ecosistemas silvestres” y detalla que como región tenemos abejas nativas que son endémicas de Chile, es decir, solo viven en nuestro país.
Escenario actual
“Está complicada la existencia de las abejas porque cada vez tienen menos alimentos para subsistir, pues ellas necesitan un alimento variado y no de un solo tipo. Requieren diferentes flores y, con el cambio climático, han disminuido las especies melíferas, que son las especies florales en que ellas buscan el polen y el néctar”, explica la Dra. Müller.
El alimento también disminuye porque hay menos agua, más sequedad y también por el aumento en el desarrollo de monocultivos. “Los monocultivos son una gran extensión de tierra que tiene un solo tipo de cultivo, lo que es perjudicial para las abejas porque tienen polen de un solo origen y lo que ellas necesitan es variedad”, puntualiza.
Pero surge la búsqueda de soluciones, la académica señala que “lo que se puede hacer es crear bordes florales en estos monocultivos, es decir, dejar una franja para poner diferentes especies melíferas, que den diversidad para que las abejas puedan buscar su alimento desde distintos orígenes”. Otro punto que destaca es que este tipo de acciones no solo atrae a las abejas productoras de miel, sino que, a las abejas nativas, lo que ayuda aún más a la polinización de los cultivos.
Trabajo de la UOH con apicultores y productores
Andrea Müller explica que en la Región de O’Higgins las abejas son, particularmente, importantes. “Hay ciertas especies vegetales que necesitan de ellas. Por ejemplo, son muy sensibles a la polinización especies como el kiwi, el almendro y el cerezo, que necesitan de las abejas para generar sus frutos, ya que por sí solos darían frutos muy pequeños y que no serían adecuados en cuanto a su calidad”.
Entre fines del 2020 y marzo del 2022, la Dra. Andrea Müller lideró un proyecto de Vinculación Ciencia Empresa, que financia ANID, y que permitió realizar un diagnóstico de la realidad de la apicultura en la región. “Logramos conocer y reunirnos con todos los actores: apicultores/as, asesores, profesionales de Indap, Prodesal, el SAG, Odepa (Oficina de Estudios y Políticas Agrarias) y desarrollar una hoja de ruta. Esto nos permitió identificar las principales problemáticas del rubro apícola y generar diferentes proyectos para desarrollar a corto, mediano y largo plazo, para dar solución a estas brechas”, detalla.
Estos proyectos se dividieron en cinco ejes, entre los que destacan como prioritarios la sanidad y los productos y servicios. En sanidad, el objetivo es “ver cómo está funcionando la colmena, desde que las abejas salen a recolectar el polen y el néctar y lo transforman en miel; lograr que la cosecha se realice en recintos especializados, aprobados por el Servicio de Salud, y mejorar el transporte de la miel”, precisa Andrea Müller.
En los productos y servicios se busca “diversificar los productos que se generan de la colmena, con un valor agregado, y mejorar el servicio de polinización, a través de un trabajo conjunto entre los apicultores y los productores de frutas, verduras y semillas. Se busca llegar a un acuerdo para que las abejas puedan polinizar de la mejor forma posible; de la forma más eficiente”, agrega.
Actualmente, están trabajando con los apicultores y productores para priorizar los temas que necesitan de soluciones a corto plazo, desarrollar proyectos y luego, presentarlos a diferentes fuentes de financiamiento para poder ejecutarlos, puntualiza Andrea Müller.
En el marco del convenio de colaboración entre Codelco El Teniente y la Universidad de O’Higgins, se dará vida a la construcción de la sala de cosecha y envasado de miel en el sector de Rinconada de Doñihue, beneficiando a 13 apicultores. La iniciativa considera la creación de una sala comunitaria, la que podrá optar a la Resolución Sanitaria MINSAL, lo cual es requisito indispensable para lograr la formalidad en la comercialización de miel y sus derivados en el mercado nacional, detalla Simón Cox, coordinador del proyecto.
La iniciativa considera, además, actividades de capacitación y recambio de abejas reinas para los 13 productores beneficiados con el proyecto.