UCM: Desierto florido en Chile

15 octubre, 2021

-Diego Muñoz Concha, académico del Departamento de Ciencias Agrarias de la Universidad Católica del Maule.

Una planicie desértica se extiende en la distancia, interrumpida a lo lejos por cerros parduzcos y suaves. Pero es el color de la imagen el que parece irreal, desafiando la creatividad de algún pintor impresionista en una perspectiva majestuosa. El fenómeno del desierto florido en Chile se ha instalado en nuestra retina como una de nuestras joyas naturales.

La profusa floración de un paisaje desértico no es exclusiva de nuestro país, pero sí lo son las plantas que se desarrollan aquí, ausentes en otros continentes. Pata de guanaco, añañuca, flor del jote, son algunas de las especies cuyas flores, que suelen mostrar variaciones en sus tonalidades, se desarrollan en una multitud de individuos creando un tapiz de matices sorprendentes que transforman radicalmente el paisaje, rompiendo la monotonía y aparente ausencia de vida de largos años.

Además de la singularidad de las plantas de nuestro desierto florido, este fenómeno es muy particular por el hecho de ocurrir en uno de los desiertos más secos del mundo. Las lluvias que caen en esta zona son mínimas, y más escasas aún las que sobrepasan el umbral requerido (15mm) para que las semillas y bulbos que resisten dormantes en el suelo puedan reactivarse. Pero como todo ecosistema, no solamente las plantas habitan allí, sino una gran cantidad de seres vivos, incluyendo animales como insectos, lagartijas, roedores, guanacos, aves y moluscos. Para la mayoría de estas especies apenas conocemos su existencia, e ignoramos por completo aspectos de su ciclo biológico y estrategias para resistir condiciones tan extremas.

Este año, la llamativa floración del desierto se ha observado en menor magnitud que en otros eventos, y restringida a los alrededores de Copiapó. Esta temporada nos muestra que el desierto florido no siempre se asocia al fenómeno climático de El Niño. Nos recuerda también que sabemos muy poco de las relaciones ecológicas entre las especies que dependen de estos ecosistemas, de los detalles de las zonas donde ocurre el fenómeno, y de su expresión según la cantidad y momento de las lluvias caídas. Tampoco conocemos qué efecto está causando el cambio climático en este ecosistema único, aunque claramente intuimos la amenaza que significa.

Hay otros factores que constituyen amenazas adicionales, y muy concretas. En este sentido, la ocupación humana se materializa de muchas formas, e incluye procesos que se consideran parte del desarrollo económico, como los proyectos inmobiliarios. Por otro lado, hay situaciones humanas dramáticas como tomas de terrenos y el establecimiento de campamentos, que también generan efectos importantes para los ecosistemas del norte de Chile. La construcción de caminos e infraestructura, los proyectos mineros, energéticos o de otro tipo, son asimismo amenazas para este silencioso ecosistema. Y si somos más rigurosos, cada paso que damos en la arena es un pequeño impacto que causamos en el desierto, que sumado a otros miles de pasos, caminos, construcciones, y proyectos, producen una alteración muy importante en este asombroso ecosistema.

Los inmensos prados de pata de guanaco podrán mostrar sus tonalidades en el futuro, pero sólo si permitimos que persistan lugares poco intervenidos, donde esta planta pueda crecer junto a otras especies con las que forma parte del ecosistema. Defendamos la conservación del desierto donde florece este fenómeno tan especial, para que en el futuro este cuadro sobrecogedor nos siga regalando su belleza y su historia natural.

 

“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.